Es difícil combatir la pseudociencia si no es mediante la ciencia, porque en este mundo global (de 'globo', por si no se habían dado cuenta) cualquier cenutrio con dotes comunicativas puede inundar las redes con sus opiniones y teorías, de manera que cuesta mucho al público en general distinguir la patraña de la verdad, en particular si uno pertenece a ese magma social llamado fracaso escolar o si ha copiado su tesis doctoral.

Me permitirán, entonces, que hoy les presente mi propia y revolucionaria teoría científica, superadora, cómo no, de las erróneas conclusiones de lo más granado de la física de los siglos XIX y XX, desde Michelson y Morley a Albert Einstein. El enunciado dice así: "Solamente la estupidez humana viaja a una velocidad superior a la de la luz".

Reconozco que acabo de hacer añicos los fundamentos más sólidos del conocimiento actual. Se siente, pero a ver quién es el guapo que rebate mi teoría, porque se trata de eso, de tener todo el día entretenidos a los científicos para desmentir la creatividad de genios como un servidor o los terraplanistas y sus animosas seguidoras baleares.

Eso mismo debió pensar -aunque el verbo 'pensar' sea quizás excesivo en este caso- el tal Iru Landucci, eminente conspiranoico argentino -el Cono Sur cuenta con reputada escuela- que se apresta a intervenir en el ya mítico Congreso de Tierra Plana que se celebrará -Ra mediante- en Menorca a mediados de septiembre. Landucci cuenta con impresionante currículum a su disposición en Wiki Pseudociencias, enciclopedia que compila lo mejor de la charlatanería y la oligofrenia de nuestra especie.

La verdad es que la foto de las tres organizadoras que ha circulado en los medios me sugiere otro tipo de temática para el encuentro, si bien no descarten que esta última sea su verdadera finalidad, porque Menorca precisa un poco de fiesta para sazonar sus extremadamente apacibles otoños, pues no es justo que toda la animación la acaparen mallorquines e ibicencos.

Así, si uno -o una- lo que busca es un poco de temita, qué mejor que apuntarse a un congreso de terraplanistas -que viene a ser como una reunión del Thermomix o un Tupper Sex, pero repleto de gente zumbada- para ligar.

Además, ser terraplanista tiene sus ventajas, porque si el planeta es un disco en lugar de una esfera, a poco que uno suba, se podrá ver la totalidad, desde las selvas africanas a las montañas neozelandesas. Probablemente, Landucci subirá a El Toro para poder señalar a sus acólitos con su magistral dedo el monolito de la Plaza de Mayo en Buenos Aires o las pistas de esquí de San Carlos de Bariloche, especialmente si el día es claro.

Aunque lo mejor de todo es que, a poco que la meteorología acompañe, lo que sin duda se verá desde la cima menorquina es Cuenca. Para qué ver más.

Esta es la opinión de los internautas, no de Noticias de Mallorca

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